sábado, 1 de agosto de 2015

RAICES PROFUNDAS (1952)


   Shane, su título original, fue un proyecto personal de George Stevens, coproductor del filme además de su realizador.

  Infravalorado por cierta crítica (no se porque) nos ha dejado grandes películas como "Annie Oakley" (1935), "Gunga Din" (1939), "Serenata nostálgica" (1941), "La mujer del año" (1942), "El asunto del día" (1942), "Un lugar en el sol" (1951) o "Gigante" (1956).
   Stevens quiso rodarla en escenarios lo más parecidos a los narrados en la novela. Para ello montó su campamento en las montañas nevadas de Grand Teton, en Wyoming, y se hizo asesorar por el gran director artístico Hal Pereira, para representar el año en que transcurre la acción, allá por 1890.
  
 La historia es archisabida. El destino inexorable se impondrá en la vida de un pistolero que busca un refugio y la paz. Al principio del filme, Joe Starrett (Van Heflin) le pregunta ¿adonde se dirige?. El pistolero le contesta: "A un lugar donde nunca haya estado"
   Fue el gran éxito del año, mucho más apreciada que "Solo ante el peligro" (Un excelente western rodado el mismo año), y para mi, mejor que el filme de Clint Eastwood rodado en l985 con el título de "El jinete pálido".
   Con dificultades desde el principio. Los actores elegidos en un primer momento, Montgomery Clift, William Holden y Katharine Hepburn, se habían comprometido para rodar respectivamente: "Yo confieso", "Traidor en el infierno" y "La reina de África". Stevens recurrió a los actores en contrato con Paramount, y en 5 minutos, contrató a Alan Ladd, Van Heflin, y Jean Arthur.
   No fue una elección que pareciese fácil. Ladd era demasiado bajo, Heflin tenía fama de inseguro, y Jean Arthur ya tenía por aquella época 51 años (de hecho fue su última interpretación). Pero lo cierto es que con la veteranía de Stevens, todos estuvieron brillantes.
   Aunque quien más fama recogió, fue Jack Palance, en el papel de pistolero Wilson. Semidesconocido, sin saber montar a caballo, su papel encandiló al público, y esto que se cuenta que en la única escena en que debe montar a caballo, y bajar para beber agua, tuvo que realizar 119 tomas. !Todo un record!
   Victor Young, autor de la música, estuvo inspirado como nunca, pero el único oscar que consiguió el filme, fue para el director de fotografía, el para mi desconocido, Loyal Griggs, un oscar, sin embargo, merecido.
   Destacable el final. La imagen del pistolero marchándose del poblado, cabalgando hacia las montañas, acompañado de la llamada angustiosa del niño (Brandon De Wilde), y que el eco ampliará hasta el infinito, es de lo más recordado del filme. Digno colofón.
   En fin, para repasarla muchas veces. Siempre se agradece.

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