sábado, 7 de julio de 2018

MARIA VALVERDE Y "NUESTRA VIDA EN LA BORGOÑA" (2017)


   La promoción del filme dice "
  el amor es como en buen vino, necesita tiempo", y la película tiene (o tendrá) algo de ello.
     
          Vaya por delante que no he visto ninguna película de su director, Cédric Klapisch, realizador de poco éxito desde su debut a finales del siglo pasado. Con decir que sus películas más aclamadas las hizo en España: "Una casa de locos" (2002) y su secuela (2005).

     
     Pero el filme es un canto al vino, a la familia, al trabajo, a la amistad, pero sobretodo, a las dificultades que lleva consigo el tener una empresa familiar. 
          Comienza cuando el mayor de los hermanos, regresa a Borgoña para asistir a los últimos días del patriarca, después de haber estado 10 años ausente. La tristeza por la muerte del padre se ve recompensada por el encuentro de los hermanos, varón y hembra. Pero algo ensombrecerá el reagrupamiento. Los derechos de la herencia (a partes iguales, serán de 500.000 euros), una cantidad que ni la venta de existencias cubre.
          Asistiremos a la vendimia, y transcurrirá un  año hasta la próxima, donde finalmente se llegará a un acuerdo para no vender la inmensa finca y continuar el negocio. Aunque la historia es contada por el hijo ausente, el peso de la película lo lleva Ana Girardot, lo mejor del filme junto a su fotografía.
          María interpreta a la mujer de Jean, al que conoció en Brasil, y con el que ha tenido un hijo que tiene 5 años. Aparece por primera vez cuando ya se llevan una hora y once minutos de película. Es uno de estos filmes que María acostumbra a hacer últimamente, prácticamente como actriz secundaria. Está correcta porque la verdad, no da más de sí su papel.
          ¿La cinta? Pues como indica la promoción, un  filme que, con el tiempo, se apreciará más. Una buena historia, bien contada, bien interpretada, y creíble, algo que, en los tiempos que corren, es de agradecer.

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